«- Espléndidos no es cierto…. Son grandiosos…. en cambio tú, maldito de naciemiento, un hombre si es que se le puede llamar así, al que el Dios mismo le dio la espalda. – ¡Basta!, ¿Por qué dices eso? – Porque tú mismo te le creiste. Pero si solo pudieras ver la belleza que puede traer