“La valentía no es siempre algo que ruge.
A veces la valentía es esa voz suave que te dice al final del día:
mañana voy a intentarlo de nuevo”
A todos cuando hemos sido pequeños, nos han hecho esa típica (y para mí absurda) pregunta de ¿Qué quieres ser de mayor?; esperando una respuesta contundente y definitoria de nuestra personalidad (a esa temprana edad) que diga «policía, médico, profesor, futbolista…», y la consiguiente aprobación de nuestros mayores «bien, este niño tiene las cosas claras» ¿claras?! ¡como si con cinco, ocho o diez años supiésemos a qué queremos dedicarnos el resto de nuestra vida! Pero… ¿Y si cambiamos el orden?, y si te preguntase a ti, sí a ti, ahora siendo mayor ¿Que quieres ser cuando vuelvas a ser un niño? ¿Que me contestarías?
Mi respuesta sería, (ahora sí), contundente y definitoria: «¡Quiero ser Valiente!» Un valiente que ya ha aprendido a ser cobarde el suficiente tiempo como para darse cuenta que a esta vida hay que venir a ser valiente. En la vida no se trata de ganar o perder, porque en definitiva nunca se pierde, se aprende. Se aprende a ser valiente. La mayoría de las cosas que no hacemos o que ni tan siquiera osamos hacer no son por su dificultad o porque las creemos fuera de nuestro alcance sino por todo lo contrario, no las hacemos o nos las intentamos por miedo ¿miedo al fracaso? No! miedo al éxito. Y es que… ¿y si me sale bien?, esa opción nunca nos la planteamos, porque es tan difícil e inalcanzable qué como voy a ser yo lo suficientemente valiente para alcanzarla.
Y así nos pasamos toda la vida vestidos con una traje de cobardes que nos venden socialmente y que tan bien parece sentarnos que ni tan siquiera pensamos en la posibilidad de desabrochar un botón, no vaya a ser que por debajo asome el traje de super valiente con el que todos nacemos dentro. Sí, todos nacemos siendo valientes pero con el tiempo nos enseñan que valiente quizás es ser un poco pretencioso y temerario, y nos vamos volviendo precavidos, y de precavidos pasamos a miedosos y de miedosos a cobardes ¿no me crees? Entonces piensa en esta escena. imagínate a un bebé de 9 meses intentando ir a los brazos de su madre, pero por el camino tiene que cruzarse con una enorme serpiente ¿llegará a conseguir su objetivo? ¿será un valiente? Por supuesto que sí, porque un bebé no tiene miedo a nada, ni al fracaso ni al éxito, absolutamente a nada. Y entonces tú ¿por qué tienes miedo a…? Miedo a emprender ese viaje que tantas veces has planificado en tu mente, miedo a mandar por fin a la porra a tu jefe y establecer un negocio por tu cuenta, miedo a encontrar a esa persona tan especial con la que tanto has soñado… ¡ah ya, se me olvidaba! tienes miedo. Miedo, porque alguien te ha enseñado o te ha dicho que jamás lo conseguirías. Tu madre, tu amigo, tu compañero… te han dicho ¡STOP! Cuidado! (mira las serpientes que hay en tu camino). Y entonces dejas de luchar. Dejas de comprar el billete, dejas de cerrar una puerta y abrir otra, dejas de seguir buscando… Claro, lo entiendo, igual si te decides a ser valiente, igual tienes éxito. Y eso, eso, no te lo han enseñado.
«El único obstáculo entre la grandeza y yo,
soy yo»
WODDY ALLEN
Lo único que se pierde en la vida son oportunidades
Vivimos en un tiempo en el que se nos exige tanto, en un mundo de perfeccionismo en el que nada parece valer que acabamos teniendo miedo a todo. Acabamos, incluso, teniendo miedo a vivir. Y el único miedo que deberíamos tener presente, es el miedo a morir sin haber vivido.
Tres cosas antes de morir
Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro. Podía morir tranquilo. Sin embargo cuando le llegó la hora se dio cuenta que jamas había viajado en barco, ni había escalado una montaña, ni se había emborrachado con tequila, entonces se puso en campaña para hacer esas tres cosas antes de morir. Las hizo en poco tiempo y ya en su lecho de muerte cayó en la cuenta de que jamás había cazado un tigre, ni había buceado en aguas cristalinas, ni le había cantado una canción al oído a una muchacha. Se levantó de un salto y salió corriendo. Un tiempo después estuvo a punto de morirse pero recordó que nunca había comido un helado de chocolate en la mañana, ni había arrojado flores al río.
Dicen que anda haciendo cosas increíbles por el mundo. Solo tres cosas más antes de morir, dicen sigue viviendo.
La única opción válida es la que nos imponen. Y como yo no soy lo suficientemente valiente para alcanzarla, la única opción que me planteo es seguir en cama bajo las sábanas con mi pijama de cobarde. Lo que vienen en llamar la zona confort. Para mí, solo hay una cosa más triste que vivir en una cárcel: vivir en una cárcel cuando la puerta está abierta. ¡Sal de tu zona de confort!: corre el riesgo, sal, vive, di sí, porque tal vez no ocurra nada… pero tal vez aparezcan los mejores momentos de tu vida. Lo único que se pierde en la vida son oportunidades de vivir. Merécete y no te conformes con lo que te imponen. Recuerda algo muy importante: es tu vida. No le debes nada a nadie, ni explicaciones, ni justificaciones, a la única persona que le debes algo es a ti misma. Tú eres el único responsable de lo que haces con la vida que te regalan al nacer. Así que asume esa responsabilidad. Y si interiormente te estás haciendo esa pregunta mientras lees todo esto ¿pero es que yo no soy un valiente? es que entonces no te conoces. Recuerda: ser valiente no es no tener miedo. Como dijo Nelson Mandela: “Aprendí que el coraje no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino el que conquista ese miedo.” El coraje nace de la voluntad firme de sobreponerse a lo que venga cuando uno se decide a luchar por lo que quiere, no por ausencia de miedo, sino por hacer posible nuestros sueños a pesar de él. Si eres capaz de hacer lo que tienes que hacer a pesar de los obstáculos y de lo que te digan los demás, si lo haces a pesar del miedo, entonces eres un valiente. Sí tú!. Tú «Eres un/a valiente».
Como relataba el fragmento anterior, qué cosas harías si te dijesen que vas a morir. Quieres que te lo diga: «¡Te vas a morir!» (quizás no hoy, ni mañana, pero ten por seguro que no saldrás vivo de esta), así que atrévete, sé valiente. Hazlas y si te da miedo, hazlas con miedo pero hazlas! y sigue viviendo. No puedes volver atrás y marcar un nuevo comienzo, pero puedes empezar ahora y marcar un nuevo final.
«Entre las cosas hay una de la que no se arrepiente nadie en la tierra.
Esa cosa es haber sido valiente»
JOSE LUIS BORGES.
Quiero que continúes, que te atrevas, que hagas las cosas que amas, las que deseas con todo el corazón, que sufras por ellas, quiero que llores por ellas, llorar no indica que eres débil, desde el nacimiento, siempre ha sido una señal de que estás vivo. Quiro que hagas sacrificios por ellas y no desistas jamás. Quiero que hagas pequeños cambios de valentía en tu vida, por ti mismo, y que sean tu propia motivación. Quiero que cumplas los sueños imposibles, que sientas la satisfacción de tacharlo en tu lista de «sueños pendientes» porque al fin cumpliste con él. Quiero que seas tu propio motor, que no esperes que alguien ahí afuera llegue con ideas para ser valiente, porque tal vez, ese alguien al que esperas es el que más necesita que lo saques de su cobardía. Quiero que te caigas y te levantes. Quiero que recomiences.
Y por favor, no me pongas excusas, no me digas, si pero… pero «¡nada!». La vida no es negociable.
“El “pero” es la palabra más puta que conozco. “Te quiero, pero…”; “podría ser, pero”; “no es grave, pero…”. ¿Se da cuenta? Una palabra de mierda que sirve para dinamitar lo que era, o lo que podría haber sido, pero no es.”
Lévánte o siéntate pero no te tambalees
Un proverbio zen aconseja: «levántate o siéntate pero no te tambalees». Dudar un poco antes de tomar una decisión importante es incluso recomendable, pero cuando la duda toma demasiado protagonismo, uno puede llegar a la parálisis o, lo que es peor, acabar tomando la peor de la opciones, y simplemente no hacer nada. Al estudiar un problema, un signo claro de que la duda ha dejado de ser útil es cuando se cierra el círculo y volvemos a la primera opción que habíamos estimado. Entonces hay que detenerse. Hemingway decía que al describir un espacio, el autor debe centrarse en lo «que hay» y no en lo «que no hay». Finalmente, cuando hayas decido si te quedas sentando viendo pasar la vida o si por fin te has levantado y decido a vivir tu vida, recuerda una lección muy importante: ser valiente significa (simplemente) atreverse a vivir, vivir en el aquí y en el ahora.
«La vida es aquello que te va sucediendo mientas tú te empeñas en hacer otros planes»
Muchas personas, y no sólo la gente mayor, se pasan la vida recordando acontecimientos pasados. Otras, en cambio, se dedican a evocar proyectos que han de cambiar sus vidas, pero raramente se realizan. En ambos casos, la felicidad reside precisamente en el lugar en el que no se está. El pasado, siempre irrecuperable, puede ser evocado pero es un error convertirlo en el foco de nuestros pensamientos, pues ya dio todo lo que tenía que dar en su momento. El futuro es incierto en todos los sentidos, y basta con que deseemos ardientemente alcanzar un objetivo para que, una vez logrado, exclamemos para nuestros adentros «ah, así que era esto…» Solo disponemos del momento presente, así que más nos vales buscar la felicidad AQUÍ Y AHORA. Lo que hacemos cada instante determina, asimismo, nuestra felicidad futura y la calidad de nuestros recuerdos. Cualquiera que sea nuestra situación, debemos aprovechar lo que ésta nos ofrece. Ser valientes y no perder el tiempo preguntándonos «como sería si…». Para regar la semilla de la felicidad no hay mejor lugar que en el que nos encontramos ni mejor momento que ahora.
Pero como te digo siempre, de todo lo que te he dicho hasta el momento, hoy, hazme caso sólo en una cosa y…
Sé valiente, para ser valiente.
¡Yo también quiero ser valiente! Y me acuerdo de serlo 1 de cada 3 días, más o menos. El resto, me da miedo asomar la cabeza para brillar por encima de todos esos que tienen miedo a hacerlo. Y es así, porque es más fácil aplastar a quienes destacan.
Es muy curioso escuchar la gran cantidad de críticas que se vierten sobre todos aquellos que toman la decisión de ser ellos mismos. Y son críticas extrañas porque suelen ocultar la envidia que provoca ver que alguien ha llegado a tener valor para hacerlo.
Pero esa envidia y esas críticas suelen, a la larga, convertirse en admiración cuando uno tiene el éxito de mostrarse a los demás tal y como es. Aunque no sea fácil.
Hay una frase que siempre comenta una amigo que siempre me ha encantado:»Hay dos días en los que no pienso nunca: ayer y mañana». Y supongo que es totalmente imposible cumplirla al 100%, pero estoy de acuerdo contigo en que o vivimos el ahora, o estaremos viviendo un mundo falso: el pasado o el futuro.
Hemingway decía que hay que centrarse en «lo que hay». Pasión dice: «Hay que luchar la guerra con las armas que uno tiene». Y es tan cierto que hoy he decidido levantarme otra vez con ganas de comerme el mundo.
La valentía es una decisión que se toma todos los días.
Así que mañana ya sabes, a ser valiente! (y así todos los días una y otra vez :))