…Yo no quiero ser guapa, yo quiero ser fuerte. Que a pesar de que todo mi mundo se desmorone, sepa encontrar en mí la fortaleza de seguir adelante. Quiero llamar la atención por ser extrovertida. Quiero que me sigan por ser buena líder. Que se acuerden de mí por ser ocurrente, por ser independiente. Que cuando me vaya, se acuerden de lo que dije, de lo que hice bien, de mi manera de moverme. No sólo por ser guapa, sino por ser yo misma.
Que piensen en mí porque nunca me guardé las cosas, siempre defendí mis ideas, mis valores, mi integridad. Que a pesar de las veces que me caí, siempre encontré la manera de volver a tomar vuelo. Porque yo tampoco busqué sólo la belleza, sabiendo que ésta eventualmente marchitaría, y aunque me atrajo siempre, aprendí que la belleza de las personas no radica en tener la mejor sonrisa, el mejor cuerpo. Radica en el todo que nos compone, en cada parte de la que estamos orgullosos de nosotros mismos, en el esfuerzo, e incluso en las imperfecciones…
Creo que es sumamente importante hacer saber a nuestras hijas y otras mujeres que la belleza no son poses bonitas o lucir perfecta, sino que la belleza puede encontrarse en celebrar la vida, en aceptar los golpes, los moretones, las imperfecciones, la fuerza. Todos recibimos mensajes de los medios que nos dicen que tenemos que ser hermosas, yo quiero enseñarle a las mujeres y a mis niñas que ser tu mismo es lo más bello.
TOMA ESTO COMO EJEMPLO: ¡HAZ TU LO MISMO!
Buscando que sus hijas aprendieran a valorarse desde pequeñas, y a pasar intocables en un mundo lleno de falsos preceptos, de críticas y de abusos, Kate T. Parker, una fotógrafa profesional empezó a retratar a sus hijas en los momentos de más alegría y diversión de su infancia, para en un futuro recordarles lo buena que llega a ser la vida cuando no existe la preocupación, cuando las sonrisas no se ocultan. Enseñarles que ser ellas mismas es todo lo que necesitan para sobresalir y para sentirse bien.